domingo, 9 de mayo de 2010

El Hilo de Agua

Los del challanco y OTRO cuento infantil "El hilo de agua."
Así volvemos a encontrarnos con Oscar Alfaro quién a juicio nuestro se lo merece,
como se lo merece la actual República de Bolivia, ¿Por qué? Porque La Constitución recién aprobada establece el derecho de los pueblos aborígenes a participar del Gobierno de la República. Y nos parece curioso que los medios que de información que circulan en este Chilecito no hayan divulgado esa noticia. Y esa determinación de la Asamblea Constituyente, ese reconocimiento constitucional a los pueblos aborígenes, nos parece un primer golpe al racismo operante en la mayoría de las sociedades de nuestro continente.
Además, nos parece, que ese reconocimiento a los pueblos aborígenes y su derecho a participar del Gobierno de la nación en cuyo territorio trabajan, crean y sufren se irá extendiendo por toda la América Morena.
De allí que sea bueno dar a conocer la Literatura boliviana, casi tan desconocida entre nosotros como la nueva Constitución de esa República, especialmente cuando los escritores de ese país nos cuentan de los símbolos y los valores que dan forma a la cultura aborigen, y lo hacen libremente y sin acondicionarla a los intereses de los extranjeros. Esa actitud de respeto y reconocimiento, -digamos por el indio o por lo indio- a las expresiones y los valores de los pueblos aborígenes aún no se generaliza en las repúblicas de nuestra América. Pero la Cultura de aimaraes, quechuas, guaraníes y otros núcleos humanos de menor población sigue vigente en diferentes lugares de lo que fuera el Imperio Incásico o Tahuantinsuyo, pues todos mantienen el entramado social que les permite conservar los fundamentos de sus culturas.
También se sabe poco de la historia de Bolivia. Durante la Colonia, funcionó en Chuquisaca esa suerte de Corte de Justicia, llamada Real Audiencia de Charcas, institución imperial encargada de hacer Justicia entre los colonizadores de esa región. El actual territorio boliviano estaba dividido entre los Virreinatos del Perú y de la Argentina. Es bajo la administración virreinal, en 1780, que el cacique de Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui -a quién la Corona Española había otorgado el título de Marqués de Oropesa- dirige la sublevación de indios y mestizos de esa región. Ocupa la ciudad de Tinta y, luego de derrotar varias veces a las milicias imperiales, intenta ocupar la ciudad del Cuzco, -el Ombligo del Mundo en quechua- pero sus quince mil hombres son derrotados por las tropas imperiales y Tupac Amarú como pasará a la Historia José Condorcanqui fue hecho prisionero.
Historiadores españoles contemporáneos registran hechos históricos. Como causas para la sublevación de los pueblos de esas tierras.» Manuel Rodríguez Lapuente escribe:
En muchos lugares hubo por esta época levantamientos de indios como protesta
contra los abusos de las autoridades, y principalmente de los corregidores, contra el
cobro de los tributos, contra los trabajos forzados y en general por los malos tratos de que eran víctimas."
Y agrega: " En Mayo de 1781 fue ejecutado -Tupac Amaru- usando para ello de una crueldad que coloca a las autoridades al nivel de las turbas salvajes del ajusticiado." Pero no cuenta que a Condorcanqui se le descuartizó. Tendido en la plaza de armas de La Paz, sus extremidades fueron atadas a cuatro caballos que, a una orden, partieron arrancándole las extremidades.
Pero "El hilo de Agua" no nos habla de éstas atrocidades; no. Nos muestra otros caminos para hacer justicia.

"El hilo de agua" (del pájaro de fuego y otros cuentos)

Era un hilo de agua que saltó de la roca y comenzó a corretear cuesta abajo. Un pájaro bajó a bebérselo y él dijo:

-No me tomes todavía, que soy muy pequeño y me consumirás todo.

-¿Pero qué más quieres? Así te llevaré volando por el aire, mientras que, arrastrándote como gusanillo, nunca llegarás a ninguna parte.

-Llegaré. Ahora mismo estoy en camino hacia el mar.

-¡Pero qué optimismo! No comprendes que el mar está a miles de kilómetros de aquí, que hay que atravesar montañas, desiertos, en fin, casi toda la tierra?

-No importa, ya llegaré.

El pájaro no quiso escuchar más y echó a volar.

El hilo de agua siguió arrastrándose centímetro a centímetro. En todo el día sólo logró avanzar unos metros y luego la tierra se lo chupó.

Sin embargo, él siguió tironeando hacia arriba para salir a la superficie. Tuvo que humedecer el camino, que era el tributo pagado a la tierra, para que lo dejara seguir adelante.

Así fue hilvanando el camino con reflejos plateados. Una puntada aquí y otra más allá. Tenía que aprovechar las noches para caminar con mayor soltura.

Ya pasaba un mes que andaba por el camino, ya había crecido bastante, aunque estaba tan delgado por el esfuerzo, que en algunas partes se cortaba. Un día encontró en el campo a otro hilo de agua, que se detuvo a preguntarle:

-¿A dónde vas tan apurado?

-Voy al mar.

-¿Cómo te atreves a pensarlo siquiera? Si eres tan pequeño...

-Llegaré.

Iba a seguir adelante, cuando se detuvo y le dijo:

-¿Por qué no me acompañas tú? Unidos seremos más fuertes y llegaremos más pronto.

El nuevo hilito, después de unas cuantas vacilaciones, se unió. Y los dos continuaron el camino. De pronto, retrocedieron, espantados, al borde de un precipicio.

—¡Cuidado, que nos desbarrancamos!...

—¡Adelante, que no hay otro camino!

-¡Entonces no voy contigo...!

-Ya es tarde..., ¡salta!

En efecto, ya era tarde. Y los dos hilos de agua, abrazados y temblando de susto, cayeron barranca abajo, hasta tocar el fondo. Allá se quedaron toda la tarde, tratando de encontrar una salida. Por fin la hallaron y se lanzaron al campo abierto.

Caminaron un día más y de pronto vieron un nuevo hilo que se adelantaba tímidamente hacia ellos.

—¿Adonde es el viaje? -le dijeron.

-Vengo de la hacienda, perseguido por las ovejas, que me beben y no me dejan seguir adelante.

-Te hemos preguntado adonde te diriges.

-A cualquier parte, pero quiero viajar...

—Pues no lo pienses dos veces y vente con nosotros.

Ahora eran tres y formaban una pequeña corriente. Más allá encontraron una ciénaga negra.

-¿Qué haces aquí, perezosa?

—Me eché a descansar hace algunos años y no tengo deseos de ir a ninguna parte.

—Mira que por falta de actividad te estás quedando paralítica.

-Y te estás pudriendo en vida. Ven con nosotros, que la vida no es estancamiento sino lucha y actividad.

Después de mucho esfuerzo, por fin movieron agua estancada, que se puso en camino lentamente.

-¡Pero qué sucia estás y qué maloliente...! -le dijeron al poco de andar.

-Eso es por haber estado tanto tiempo ociosa.

Pero a medida que caminaban, el agua estancada se iba poniendo más ligera y pura, pues dejaba todas las suciedades en el camino.

-Ahora veo que el trabajo purifica el espíritu -admitió ella.

Al otro día hallaron a todo un arroyo, que se dedicaba a saltar por entre las peñas.

-Si convencemos a éste de que nos acompañe, seremos invencibles.

Y el arroyo juguetón no se hizo de rogar para unirse a los viajeros. Y después del arroyo vino un pequeño río. Luego otro más grande y otro más. Ahora formaban una corriente colosal que pasaba rugiendo por los campos. De pronto todos los viajeros lanzaron un grito:

-¡¡El mar!!...

Y era el mar soberbio y majestuoso.

—¡Éste es el triunfo soñado! —dijo el hilito inicial—. ¿Dónde estará ahora el pájaro que se burló, cuando aprendía a caminar?

-Estoy aquí y confieso mi error -dijo el ave, apareciendo en el cielo-. Pero tienes que reconocer que, sin unirte a los otros, jamás hubieras llegado,

-Claro que no. Sólo la unión hace las grandes cosas. Esto lo saben los hombres más que yo -dijo el hilo de agua y se lanzó al mar.



¿No les parece que la unión con objetivos claros,de los hilos de agua puede lograr que cambie el mundo.?

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Recuerden que sus opiniones son importantes


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